11/10 – 11/11/2018

Síntesis


Concha García

Gijón, 1939

Ni siquiera ella podría imaginar que encontraría su pasión en la formación de un grado cuyas asignaturas principales se centraban en el cálculo, las matemáticas comerciales o los elementos de contabilidad. Afortunadamente, el dibujo era una de las principales materias que se impartían, en los estudios de Peritaje Mercantil y que, Concha García (Gijón, 1939) supo aprovechar al máximo. Poco a poco, su curiosidad por el arte y la pintura tomaron forma de la mano de César Pola, de quién aprendió la técnica y una manera de trabajar que nunca ha abandonado. Desde que hiciera su primera exposición en 1979, ha participado en incontables muestras, individuales y colectivas, ha ganado reconocidos premios y le han otorgado importantes medallas y menciones. Su obra se ha podido ver en ciudades como Oviedo, Gijón, Valladolid, Madrid o Nueva York.


Caballete en mano, esta artista ha asimilado diversas habilidades pictóricas a partir de entornos naturales como apoyo principal de sus creaciones. Sus primeras obras, cargadas de color, estaban destinadas a la participación en premios y concursos que, pronto abandonaría al darse cuenta de que no quería vivir para la pintura, sino para el arte. En ese momento, Concha encontró un lenguaje que desarrolló a través del color pero sin perder de vista la base de sus cimientos, el dibujo. Con un toque personal y un estilo realista, las piezas de Concha García sumergían al espectador en universos íntimos predominados por tonos cálidos y ocres llenos de matices. La destreza de las composiciones y la precisión del trazo copaban paisajes castellanos, marinas o bosques destacados por la idealización de una luz que iluminaba sobrias gamas cromáticas. Las pinceladas limpias y pulidas, aunque con un marcado dominio de la materia, recordaban a la melancolía de los paisajes románticos de Friedrich, y sus personajes se disolvían dejando el protagonismo a la naturaleza.


Casi sin darse su cuenta, la pintura de la artista profundiza en la propia pintura y en la serenidad que le aporta a sí misma.   Atmósferas vaporosas, formas difuminadas y desmaterialización de las formas ceden espacio a una luz que se funde en gamas monocromáticas que realzan la riqueza de los blancos y negros. Simplificación, elegancia, neutralidad y armonía emergen entre olas, árboles y paisajes nevados que invitan a la quietud del público y de la propia artista. Con el espíritu relajado y plenamente consciente, “Síntesis” muestra pinturas equilibradas donde las brumas y texturas fluyen en composiciones que no tienen caminos marcados. Concha García ya no tiene la presión del éxito y plasma la vida mostrándola en todo su esplendor y serenidad.

“…lienzos que transforman su blancura, metamorfosis en las manos del pintor…” (Extracto del poema Manos en Calma, de Cristina Rudolph)

María Martínez Vallina